La flora de los ríos y lagos está formada por especies estrictamente acuáticas, especies palustres y especies terrestres que crecen en sus proximidades.
3.2 La distribución de la vegetación
Estos tres tipos se corresponden con la relativa graduación que existe en estos medios desde el interior de las aguas hasta el entorno circundante.
- En aguas libres, principalmente en los lagos, se desarrolla una comunidad de algas que forman el plancton vegetal, o fitoplancton.
- Sujetas al fondo en zonas donde la iluminación sea suficiente, crecen plantas superiores que forman la vegetación sumergida de macrófitos.
- En las orillas, con las raíces y la zona inferior del tallo sumergida pero con la parte superior emergida, se desarrolla la vegetación palustre, muy característica de gran parte de las zonas húmedas.
- Por último, ya totalmente en tierra firme, aun cuando algunas de las especies puedan soportar períodos más o menos prolongados de inundación, está la vegetación de las riberas.
3.3 Características de la vegetación
Las especies que constituyen esta vegetación pueden variar en función de las zonas al depender de factores tales como la altura, la latitud, etc., pero en su conjunto forman una unidad que podemos encontrar en cualquiera de los medios húmedos ibéricos.
Sin embargo, una diferencia importante es la que imponen las condiciones físicas de las agua, dependiendo de que estén en movimiento o aparezcan quietas, aunque en ellas se produzcan movimientos.
3.3.1 Las agua quietas Así mientras que en lagos, lagunas, charcas y marismas podemos encontrarnos con esa sucesión de distintas poblaciones vegetales desde la zona de aguas libres hasta el entorno circundante, en los ríos, la fuerza de la corriente impone estrictas condiciones a la presencia de vegetales.
3.3.2 Las aguas en movimiento En el curso alto del río, donde abundan los rápidos y cascadas y donde la fuerza del agua arrastra grandes piedras, no hay plancton ni vegetación sumergida, y la de las orillas es estrictamente terrestre, aunque adaptada a las condiciones más o menos pronunciadas de humedad allí imperantes.
La vegetación sumergida y la palustre no comienza a aparecer hasta que no se aminora la acción erosiva del agua, lo cual sucede ya en el curso medio y de manera más acentuada en el bajo.
3.4 Importancia del entorno terrestre
Las dimensiones de las aguas continentales, en particular de las ibéricas y a diferencia de lo que sucede en mares y océanos, hace que el entorno terrestre posea una notable importancia.
De este modo, en la cabecera de un río la vegetación terrestre desempeña un papel relevante para el nivel de nutrición de las comunidades de animales acuáticos. Se ha demostrado la importancia que tienen las hojas y otros restos de vegetación que caen al agua para sustentar a los invertebrados que allí viven, y que constituyen la alimentación de especies de mayor envergadura como son los peces.
En muchas áreas, de los cursos medios, e incluso también del curso alto, los árboles de la orilla crecen juntos formando una especie de carpa bajo la cual discurre el agua. Se les llama bosques de galería y tienen una gran importancia ecológica al ser refugio de una enorme variedad de fauna, que en medida diversa contribuye a enriquecer la actividad biológica del curso fluvial.